lunes, 2 de abril de 2007

2 DE ABRIL- Dia del Veterano de Guerra y de los Caidos en la Guerra de las Malvinas



Para muchos estrategas, el ataque de la aviación argentina el 30 de mayo de 1982 al portaaviones Invencible fue la misión más riesgosa desde la Segunda Guerra.

Esa mañana amaneció fría y con escarcha, como era habitual en Río Grande. Los pilotos que voluntariamente se anotaron para la misión subieron a sus aviones poco después de repasar cada uno de los detalles.

La orden que habían recibido era atacar e impactar un blanco sobre el Atlántico con misiles Exocet. Era la única manera de aumentar las posibilidades de hundir al "Invencible", en caso de que el misil pegara en el portaaviones.

Los cuatro pilotos subieron a los dos A-4C y los dos Súper Etendard y despegaron rumbo al Sudeste. Una hora después cargaron combustible por medio de dos aviones Hércules y todo estaba listo para concretar la arriesgada misión.

Lo novedoso era la forma de reabastecerse: para aumentar el radio de acción se había decidido que los seis aparatos volaran juntos a los aviones tanques, turnándose para chupar combustible durante casi 300 km. La maniobra se realizó a la perfección.

Instantes después volaban de modo rasante sobre un mar encrespado, para evitar ser detectados por los evolucionados radares del portaviones. Los requerimientos de silencio absoluto de radio y disciplina se cumplían estrictamente, según comentaron luego los pilotos sobrevivientes.

A veinte millas de distancia los radares de los aviones, detectaron el inmenso portaaviones. Fue allí cuando soltaron el primer misil, que tardaría 109 segundos en llegar al objetivo.

Los cuatro aviones de la Fuerza Aérea Argentina siguieron la estela del Exocet, en su camino hacia el blanco, pero como el misil desarrollaba mucha mayor velocidad, pronto lo perdieron de vista.

Los aparatos configurados con tres bombas de 250 kg. cada uno se fueron acercando velozmente al objetivo en vuelo bien rasante: apenas 12 metros los separaban del agua.

Según el relato de los pilotos, a lo lejos apareció una mancha oscura con una densa columna de humo, señal inequívoca de que el misil había conseguido su objetivo.

A 8 kilómetros del objetivo, un misil impactó en uno de los aviones de la Fuerza Aérea Argentina. Los otros tres pilotos continuaron con su vuelo. Dos kilómetros antes sintieron otra explosión que derribaba otra aeronave. En ese instante, los pilotos comenzaron a lanzar su carga de bombas sobre el portaaviones, de popa a proa. A medida que se alejaban, pudieron divisar detrás el portaaviones, casi totalmente oculto detrás de las capas de humo negro.

Al día siguiente, la actividad aérea británica había disminuido considerablemente. Los informes británicos sobre la guerra anunciaban que aviadores argentinos habían atacado el casco del Atlantic Conveyor, y no al portaaviones.

El día 2 de abril, la armada británica desmiente su propia versión anterior e informa que el buque atacado no fue el Atlantic Conveyor, sino la fragata Avenger, la cual alcanzó a derribar a dos aviones argentinos con el sistema Sea Dart. Lo curioso es que esa fragata no contaba con ese sistema de misiles.

Fuente: Eco Fueguino

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